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EL CULTO A «LA NIÑA BLANCA», UN PECADO QUE SE CONVIERTE EN TRADICIÓN

4 de noviembre de 2019

A pesar de que la iglesia católica no aprueba el culto a la santa muerte y señala  como pecadores  a los católicos que la veneran, la adoración a “la niña blanca” se convierte gradualmente en una tradición de una subcultura que está a  la vista de todos.

 En la capital de San Luis Potosí, cada vez es más común observar en esquinas  de  algunas colonias populares, capillas dedicadas a “la flaquita”, esto aunque muchos vecinos estén en contra de venerar a la muerte.

 “Vamos a respetar” dice la señora Marta quien es vecina de la colonia Azteca Norte y tiene una capilla al exterior de su casa casi al subir el puente, “mis vecinos vienen con niños porque estamos con dios, somos religiosos,  la santita ha ayudado a mucha gente, aquí se van las malas vibras”, aseveró.

Desde hace cinco años,  la familia Rodríguez, festeja a la santa muerte y cada 2 de noviembre ofrecen una celebración para todos los “agradecidos”.

La “santita” de doña Marta está pintada en un muro de la fachada y ese día colocan una santa muerte de casi dos metros vestida de blanco, porque “el blanco es para la salud y tenemos familiares que han salido de enfermedades graves”. También instalan  un toldo y un inflable  al exterior de la casa, entre todos los integrantes de la familia Rodríguez  llevan alimentos, como pastel, botana, refresco, guisos, para los asistentes que acuden a  agradecerle o para pedirle un favor.

Desde la tarde se escuchan los rezos que salen de unas bocinas, un sonido que llevan para difundir su mensaje, “no  trabajamos nada malo, al contrario levantamos gente”.

“Seguidor de la santísima muerte, o preciosísima santa muerte, cubre los rencores y envidias de todos nosotros tus seguidores”, es el rezo que permea algunas cuadras.

Después viene el baile,  una “personas que le está agradecido” es quien paga la banda o mariachi ya casi a media noche.

La señora Marta, lleva cinco años con esa capilla,  “no es cosa mala, todos creemos en dios, primero dios y luego ella”. Relató que durante todo el año acuden seguidores de “la niña”, le agradecen los favores y le llevan regalos “han venido personas muy malas para que las sane,  le dejan veladoras, tequila, cigarros, flores”.

Otra integrante de la familia Rodríguez, Laura, dijo que empezó  a venerarla “por todos los favores de salud y de trabajo”, ella al igual que sus primos copera con camisetas o gorras que llevan la imagen de la santa muerte.

Señaló que en “muchos lugares hay una mala creencia del culto  de la santa”, comentó que su liturgia no es para dañar a nadie “no pedimos el mal de nadie, pedimos el favor de  trabajo, salud y un año bienaventurado para la familia”.

Laura, relató que su creencia viene de lo prehispánico “nuestros antepasados veneraban a la muerte”. Sin embargo, aseveró que sí existe el culto a la muerte en el extremo negativo, es por eso que se malinterpreta “desafortunadamente algunos usan a la muerte para cosas oscuras y negativas”  y recalcó “yo creo en dios”.

Laura narró que su acercamiento fue por una enfermedad, “yo tuve  una cuestión de salud muy grave y al venir con ella me hizo el favor”, hay diversa formas de llamarla “algunos le dicen la santita, flaquita, pero para mí es mi niña”.

En el Mercado República, donde se venden las yerbas medicinales y algunas para “curar”, entre los locales hay varias “santitas”, donde también se le festeja cada 2 de noviembre, entre los locatarios pagan la banda y la comida que se ofrece de manera gratuita a cualquiera que asista. Un grupo de danza “Ehécatl”, baila por ese pasillo y se detiene en cada “santita”. Los danzantes rinden culto a la muerte con sonidos de cascabel y con sus atuendos, algunos con máscara de calavera otros con el caracol. La gente se acerca por curiosidad o para recibir un taco de barbacoa, otros fervientes se acercan a las grandes muertes para pedir un favor.

Enfrente, en una vecindad está la capilla de don José, un curandero que hace limpias y quita las malas vibras. Al entrar lo primero que se ve es la figura de la muerte rodeada de flores. En la última habitación está la capilla, donde hay varias “santitas” de diversos tamaños y vestidas con colores diferentes. Don José, estaba muy ocupado recibiendo a los clientes que le pedían limpias, pero platicamos con su ayudante, un joven de unos dieciséis años, que estaba encendiendo cohetones para la celebración. Explicó  que el color de vestimenta de la santa muerte sí tiene un significado “la roja es para el amor, el azul para prosperidad y agradecimiento, la amarilla para el negocio o dinero, la verde para estudiantes y la negra para protección”, dijo que su familia no venera a la muerte y él “más o menos”.

Dentro de la capilla propiedad de don José, se colocaron sillas, había niños, adultos mayores, mujeres y hombres. Se servía pastel con café a todo el que llegara, sin distinción.  Una familia de Ahualulco integrada por tres jóvenes y dos adultos mayores, llevaban dos “santitas” a bendecir, uno de ellos platicó “apenas estamos empezando, este año apenas”, el joven dijo ser “del campo” y aseguró que desde que la venera “me he sentido un poco mejor”, es por eso que asisten “a los homenajes que le realizan”, en su casa esas dos imágenes son colocadas con veladoras y aunque es un culto que no está muy permitido, dijo que por allá es común.

ADCV