Eréndira García Delgado lleva tres años de operadora de transporte urbano.
Dice sentirse orgullosa porque al hacer su chamba, logra mantener a su familia “llevamos el pan a nuestros hijos”.
Pero no es un trabajo fácil, pues la sociedad ha estigmatizado a la mujer al volante, ella narra que constantemente es violentada por conductores de otras unidades, públicas o privadas, que al verla “mujer creen que no sabe conducir”, recibe chiflidos, mentadas de madre y la típica frase “tenías que ser mujer”.
Sin embargo Eréndira es una excelente conductora, por su trabajo ha recibido felicitaciones de sus jefes y de los usuarios que suben al camión.
Ella no culpa a la marcada violencia a la mujer en este trabajo, cree que falta educación vial.
Pese a eso, dice sentirse a gusto en sus casi doce horas diarias de conducir la unidad 7020 de la ruta 21.
Dice que las mujeres están abriendo espacio en esta complicada labor, sólo tiene una compañera en esa ruta, pero hay más conductoras en la ruta 10 y en la Tangamanga.
Sabe que es un trabajo riesgo, porque los hombres “quieren ver a la mujer en un nivel más bajo”, las transportistas mujeres están más expuestas a los asaltos “a que te golpeen”, porque no se compara la fuerza, pero eso no la detiene.