- La tolerancia, el respeto, la rendición de cuentas son algunos de los principios rectores que distinguen al servidor público certificado.
“No llevo dos días en el cargo, tengo un año cuatro meses” respondió Rodrigo Portilla Díaz, tesorero municipal, cuando le preguntamos el porqué no procuraba una mejor relación con medios de comunicación, al ser aún “novato” en la administración pública y tener aspiraciones políticas.
Le hicimos estos cuestionamientos porque un día antes agravió a un reportero “incómodo” que se había acercado a entrevistarlo por un supuesto “pago del ayuntamiento con un cheque sin fondos”, mientras el reportero se dirigía a él, Rodrigo lo señaló y dijo “mira, ahí viene uno de los medios que publican mentiras”, con su peculiar risa con tono de burla.
En nuestra entrevista, el tesorero aludió que el contar con poco más de un año en el puesto lo convertía en un servidor público que sabe cómo tratar a medios de comunicación. También se autocalificó como cordial y tolerante a la crítica, “mi obligación es responder a los medios oficiales”.
A pesar de que intentamos obtener respuestas más profundas, en los casi cinco minutos, el tesorero manifestó expresiones que contravienen cualquier código de ética del servicio público, “acepto la crítica (…) no voy a tolerar la difamación (…) hay líneas editoriales muy marcadas que quieren desprestigiar a la administración (…) el tema es cómo se están redactando algunas notas (…) ¿yo si tengo que soportar como autoridad que me insulten? (…) soy tolerante, pero que no me falten al respeto (…) si cree que lo agravié, que presente ante contraloría interna su molestia”.
El licenciado en Negocios Internacionales respondió (como suele hacerlo) a la defensiva, atacando a reporteros, a manera de rabieta. Esto sin duda deja de manifiesto su inexperiencia, nulo tacto con la prensa y cero tolerancia.
No es la primera ocasión que agravia a este mismo reportero, en otras, lo ha vinculado con opositores políticos, lo ha estigmatizado, a manera de censura. El reportero solo realiza su trabajo, el cuestionar al funcionario para obtener una respuesta.
Pepa Bueno, columnista de El País, escribe que “hay una guerra declarada contra el periodismo que mata allí donde puede matar, que silencia allí donde puede silenciar y que busca convertir el trabajo de los periodistas en irrelevante»,
Y a todo esto, esa falta de tacto y estrategia diplomática con reporteros es el reflejo de, entre otras, la inexperiencia en ocupar puestos donde, obviamente se criticará al servidor público. Y llama la atención que Portilla Díaz, considera que no es novato con tan solo tener “un año cuatro meses” .
Probablemente tiene intenciones de continuar en dependencias de gobierno, pues informa en su curriculum vitae, estar cursando una certificación en administración pública, posiblemente (queremos creer) que aún no llega a la asignatura donde se explica que un servidor público jamás deberá comportarse de esa manera, porque eso se traduce en un mecanismo de censura que atenta contra la libertad de expresión, un derecho.
Y el respeto a los derechos humanos, es de los principios rectores que distinguen al servidor público certificado, al que pretende hacer una carrera y dejar huella.