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MÁS ALLÁ DE POLÍTICA, UNA MUJER FUE VIOLENTADA

2 de marzo de 2020

  • El mensaje que difunde el ayuntamiento es normalizar la violencia a la mujer.

Meses antes de que la abogada Teresa Carrizales Hernández sufriera el violento desalojo por autoridades municipales, vivía una rutina tranquila, “llevaba a mi hijo a la escuela y después me iba a trabajar.”

Durante toda la mañana realizaba aquello que le satisfacía como mujer profesionista. Abogada por la Facultad de Derecho de la UASLP, compañera de generación de Aurelio Gancedo y Margarita Hernández. En sus funciones como oficial del Registro Civil, casó a sinnúmero de parejas, entre esas a la prima de Pablo Zendejas, secretario particular del alcalde Xavier Nava Palacios.

Después del desalojo su vida cambió, ha tenido que sobrevivir entre burlas y señalamientos, “esto cambió completamente mi vida,  amigos de años se retiraron, se alejaron, pues tenían alguna  relación con el ayuntamiento. Perdí a mi pareja, no hay novio que aguante.”

El haber salido en un vídeo donde es arrastrada la ha convertido en una burla para muchos, “te conviertes en una especie de broma.” Atrapada en un estereotipo de violencia a la mujer, con  la difusión de imágenes donde aparece Teresa, el  desalojo, la manifestaciones, son mensajes de violencia a la mujer, una violencia justificada y normalizada, por las mismas personas que se autoproclaman feministas.

El suceso hizo revivir en Teresa la violencia que sufrió con su ex pareja, “me divorcié por violencia intrafamiliar, violencia que sufría muy dura, hace ocho años tomé a mi hijo y huí, no me arrepiento, nunca miré atrás.”

“Esta cuestión, estos golpes, el ser arrastrada, me hicieron revivir tanto. Yo había jurado que nunca más iba a permitir que me lastimaran. Al verme vulnerada en el piso sin pode evitarlo, privada de mi libertad, en el suelo.”

 “Fallé otra vez, qué hice mal en que me pude haber equivocado,” se cuestiona Teresa, como toda mujer que ha vivido violencia y por alguna razón cae nuevamente en el círculo.

La sociedad la juzga por su imagen delgada “la gente me critica por mi físico, me dicen que soy adicta, lo que no saben es que soy una persona en remisión de cáncer cervicuterino.”

Por el momento, su único apoyo, su madre, una mujer de setenta años, que al igual que ella ha luchado por un mejor San Luis, “mi madre mi único apoyo, mis vecinos también me ayudan aunque viven con temor de represalias.”

Hoy, en medio de una batalla política, Teresa está decepcionada “personas que me conocen, hoy me dieron la espalda, ha sido decepción tras decepción.”

Detrás del desalojo hubo hostigamiento laboral conocido como mobbing, una mala práctica dentro de instituciones de gobierno, administraciones nuevas que segregan al personal que no les conviene, eso le sucedió a Teresa. Un día antes del desalojo el secretario general, Sebastián Pérez García, escribió en su Twitter algo relacionado con el registro civil, como una obsesión.

Teresa pide, “una disculpa pública, que se retracten de lo que me han acusado,  que me reintegren a mi trabajo, y que si desean terminar mi relación laboral, me lo notifiquen conforme a derecho y me permitan hacer una entrega recepción digna.”

El caso de Teresa sólo demuestra, que las autoridades y la sociedad han fallado, una falacia que la mujer goce de una vida libre de violencia.