- En una sociedad excluyente Gloria es llamada erróneamente la “loca de los perros.”
- Busca un lugarcito para vivir con sus perros, libre, con dignidad y sin ser violentada.
Gloria y sus doce perros duermen en un nicho de un cajero automático ubicado en la avenida Venustiano Carranza y Uresti.
Sobre unos cartones y cobijas casi a media noche acondicionalo que será su cama, cada perrito tiene su lugar, los que le dan calor junto a ella, un par de huraños en las esquinas, los vigilantes permanecen afuera o cerca de la puerta y así hasta que amanezca, duerme a la vista de todos como si fuera un aparador.
A Gloria la conocimos en la Plaza de Armas, mientras pedía unas monedas a unos guardias que custodiaban el edificio del Congreso.
Por su peculiar aspecto, con ropas llamativas, collares, a veces gafas tornasol y sus perritos que siempre la siguen, a Gloria la sociedad la encasilló como “loca.”
Cuando es vista por plazas y jardines, las personas suelen decir “ahí va la loca de los perros”, aunque pocos o ninguno se ha tomando la molestia de preguntarle si se siente bien o si requiere ayuda.
Gloria, es una mujer de más de sesenta años que sufre violencia intrafamiliar. Una adulta mayor en el olvido de sus tres hijos, dos en el gabacho y uno que a veces anda por San Luis. Su pareja con el que ha estado más de veinte años, es un hombre violento que acaba de salir de prisión. La golpea, la arrastra, la humilla, la encierra en un cuarto de la casa y coloca un candado para que no se salga. Doña Gloria narra que a veces esas golpizas son alentadas por una vecina, que a manera de porrista grita “golpéala, patéala.”
La casa donde sufre esas humillaciones está ubicada en un vecindario caliente, en la misma cuadra fueron ejecutados un par de cristianos en los recientes días.
Cuando logra escapar, prefiere vivir en las calles a estar en un lugar donde es violentada.
Apenas encontró ese nicho en el banco de Carranza, antes “estuvo durmiendo en la intemperie,” a la vista de una sociedad indiferente.
Esta mujer a quién la gente llama “loca”, es más responsable y respetuosa de la vida que varios potosinos, sus perritos la mayoría están esterilizados, al obtener unas monedas su prioridad es comprarles alimento.
Pero este estilo de vida pone en riesgo su integridad y salud. Ella busca “un lugar donde pueda estar con sus perros,” donde los pueda dejar en seguridad mientras busca sustento.
Porque es aún, una adulta mayor autosuficiente “yo me sé valer por mí misma”, no quiere que la obliguen a permanecer en un frío asilo lejos de sus canes; pero la sociedad excluyente la discrimina, la segrega, la violenta, con acción u omisión, porque una abuelita duerme en la calle y nadie se ocupa por su situación, “busco un lugar donde no me estén maltratando”, volvió a recordarnos.